Cuando la ultima hoja ya insípida y pasmada se deslice por el aire, rasgando con cariño el espacio que la separa del suelo, llegue muerta hasta las raíces que se hunden en la tierra, de un árbol que prometió no estar para siempre en este mundo.

Todo tiene un fin en la vida, todo tiene que acabar dicen los idealistas y pesimistas. Todos lo dicen: Los sufrimientos terminan algún día, así sea con la muerte. La felicidad termina algún día así sea con el sufrimiento. Todos estamos condenados o bendecidos con el fin.

Finales que te sorprenden, finales que los esperas con ansias, finales que los esperas con tristezas, finales que los esperas con resignación, finales que están ahí y no los ves, finales que luchas para que no se consumen, pero irremediablemente te golpean. Te golpean el corazón, te golpean la razón o simplemente te golpean tu orgullo. Otros te alivian, te llevan a otras etapas con sus propios finales, la mayoría de las veces inciertos.

Estas ahí, postrada en una cama, desvariando entre realidades e irrealidades. Recordando hechos que no recordabas hacia décadas. Relatas como tus amigas te acusaban de robarte las limosnas de la pequeña capilla de tu pueblo. Recordar que tu esposo, padres de tus hijos y abuelo de tus nietos, lo viste por primera vez en un gran caballo blanco en uniforme y que el, entre todas las campesinas chismosas, te eligió a ti. ¡Si! Me eligió a mí, decías. Con tus manos manchadas de limosnas que nunca tomaste.

Ahora estas en aquel final con tus ojos en blanco, y uno de ellos sin poderlo abrir, no de tristeza ni dolor. ¿Por qué…? ¿Por que no los abres y contemplas como las ultimas hojas llegan al suelo? ¿Será por que a los que tienen pocas hojas que cuelgan de sus ramas cansadas de vivir no se le permite ver sus últimos momentos?

Ah! Que sensación mas amarga es ver deshojarse un árbol poco a poco sin remedio. Ah! Que dolor es ver como tus propias hojas comienzan a desprenderse sin permiso y sin reparo de tus ramas llenas de vivencias. ¿Qué pasara contigo cuando esas hojas que veo con desagrado amenazando con caer se lleven con ellas tu último aliento?. ¿Tu alma se paseara como lo hacen aquellas, atrevida, antes de caer al suelo? Prométeme que lo harás. Prométeme que aunque ni tú ni yo sabemos que pasara, volaras con gloria hacia la paz. Esa paz que es tan difícil de conseguir aquí con el árbol frondoso, verde y brillante.
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