Gracias!
20:53 | Author: Urbano
He recibido unos comentarios que me han motivado a publicar en el mes de diciembre. En los mismo critican seriamente mi entrada “Quiero hablar de amor”.

Soy de los que digo que siempre las críticas son buenas; cabe mencionar que los comentarios recibidos fueron extremadamente crudos y rasgaron, por que no, mi entusiasmo de llegar a ser un buen escritor.

A pesar de ser una muy cruel critica a mi entrada, considero que es uno de los mejore comentarios que he recibido en los casi tres anos que tengo plasmando mis pensamiento aquí. Se que los golpes modelan el acero, las cinceladas dan hermosas formas al hielo y una franca critica estimula a un artista.

Gracias Sr. “tu mas duro critico” por su importantísimas criticas y cuestionamientos, los tendré en cuenta y si algún día nos toca vernos de frente puede preguntarme con toda confianza cual es el país mas grande del mundo, así también como las mayorías de sus preguntas.
Quiero hablar de amor…
20:03 | Author: Urbano
Quiero que mis labios se disfracen de plumas de poetas románticos de la edad media y mi paladar destile la tinta más sublime, para poder sentir mis pensamientos fluir como corrientes de aguas cristalinas entre rocas y decirte de la forma más bella cuanto te espero.

Quiero hablar de amor… y que lo inexistente se materialice en mi cabeza y que aparezcas en mis sueños robándome el aliento que mis pulmones expulsan con pereza esperando tu llegada.

Quiero hablar de amor… pero como puedo hacerlo si aun no llegas…
Bloqueo!
19:07 | Author: Urbano
Disculpa a los que me siguen, estoy atravesando un bloqueo...
La danza (fragmento)
20:18 | Author: Urbano
Caminó despacio hasta las cristalinas aguas del sereno río. Levantó su báculo hasta sujetarlo por el extremo inferior dejando que su tope se elevara al cielo. Cuando sus manos estuvieron por encima de su cabeza dejo caer sus brazos ondeando su bordón a la vez que giraba sobre sus talones seguido por un salto grácil que alboroto el agua. La velocidad de sus movimientos hacía flotar su vestido. En ese instante el bosque se deleitaba al ver a aquella doncella danzar sobre la superficie de aquel río caprichoso. Las aguas parecían hipnotizadas, no quería que Winifer se detuviese. El ritmo de sus pasos sincronizaba con las melodías del agua al estrellarse con las rocas, era ver a una hermosa princesa, vestida con los colores del mar, danzar en una gran superficie de cristal. Se deslizaba sin hundirse como el pétalo de una rosa azul. Aquella magia hermosa era muestra de su rápido avance en sus estudios. Sus saltos y angelicales movimientos eran suspendidos desde una columna de agua a otra mientra su báculo se trenzaba entre sus brazos, agitando el agua y creando suaves y delicadas figuras.
El Secuestro, 1ra Parte.
19:43 | Author: Urbano
- ¡Disculpe! Sabe como puedo tomar la 27 de Febrero – Me solicito aquel señor de gafas oscuras dentro de su vehiculo todo terreno de cristales tintados.

- ¡Claro! – Conteste amablemente… - En la próxima esquina doble a la derecha y la siguiente avenida es la 27 de Febrero.

Subió sus cristales sin decir gracias dejándome reflejado en el como un retrato con una excelente luz. En ese instante dos sujetos salieron disparados como barracudas hacia mí, sin pudor, sin pedir permiso, donde todo lo que estaba bajo el sol ese día, eran testigos. Esa tarde no leí ningún libro interesante en la librería Cuesta, esa tarde me entregue a los brazos de la muerte. ¿Que otra cosa podría esperar de la forma como mis anfitriones me invitaron a subir a su flamante vehiculo tan rojo como el vino tinto?

No tuve la oportunidad de abrigar pánico, todo pasaba muy rápido y en fracciones de segundos sentí mis manos atadas por las muñecas y mis piernas unidas por las rodillas y tobillos, por aquella cinta adhesiva gris que usan en las películas. Nadie hizo nada. Sentado entre las dos barracudas en el asiento trasero, de lo que era ahora mi carruaje, logre ver por el parabrisas a todas las vendedoras de flores pasmadas mirando hacia mí, hasta que toda la luz se extinguía de derecha a izquierda al compás de un material adhesivo que pegaba mis pestañas, mis cejas, mis parpados.

Por lo próximos veinte minutos no escuche nada y fue cuando atisbé un poco de lucidez para preguntar por que me habían capturado, pero en realidad ya había visto muchas películas y leído varios libros de cómo la gente actuaba en ese tipo de situaciones y que le hacían si se resistían. Me sorprendí a mi mismo aceptando que estaba siendo el protagonista de un secuestro. ¿Pero por qué? Quien era yo, para que alguien se detuviera a planear un secuestro por mi. En ese instante me sentí extrañamente alagado.

-¡Gracias! – articule con mis manos juntas al pecho y un cierto aire de incomodidad inundo la capsula. Nadie contesto. Sacudí la cabeza como forma para organizar mis pensamientos y empezar a pensar cosas coherentes para la ocasión.
.
.
.
.
BLOQUEO...
11:49 | Author: Urbano
Atravesando un bloqueo...
Tiempos de tormenta
7:17 | Author: Urbano
Tormenta…

A veces es agradable contemplar la lluvia, sentir como las gotas acarician tu piel al estrellarse desde lo alto, pero cuando esas gotas dejan de ser caricias y se convierten en filosas agujas que intentan herirte, la experiencia deja de ser agradable.

No me gusta correr de la lluvia, porque es solo agua, pero a veces cuando ya deja de ser lluvia y se convierte en tormenta todo cambia. Es prudente correr, porque sientes el resentimiento del cielo, sientes como golpea sin piedad, empapando en segundos tus cosas mas preciadas.

Correr, correr, es la única alternativa; llegar a un lugar caliente, colocar las cosas preciadas en lugares seguros, calidos y entre esas cosas nuestro corazón, nuestro espíritu.

Calma…

Siempre lo mismo, es muy fácil decir: “Después de la tormenta, llega la calma.” Pero nadie dice que es una calma cargada de tristeza y desolación. Caminar en un suelo mojado y con restos de cosas que hace poco fueron importantes, como una fecha, una canción, una frase, un lugar especial, o tan solo una simple fragancia.

Amanecer del 22 de julio 2074

Abrió los ojos esa mañana con la pura convicción de que moriría ese día. Decidió romper con todos los ritos que hacia cotidianamente al levantarse. Fue despacio a la cocina y se dispuso a preparar el desayuno. Saco un pequeño sobre de café que había vivió tranquilamente durante años en su despensa. Mientras buscaba la cafetera, aun sin probar su primer café, se topo con el collar de Federico y echó de menos el paseo mañanero que compartían juntos, pero ya hacia varios meses que lo había dejado solo. – ¡Oh! Gran compañero, me dejaste solo en la recta final. – Se dijo en su fuero interno, mientras conectaba la cafetera.

Se dirigió al refrigerador decidido a preparar el desayuno para un rey, hacia mucho tiempo que no se detenía a disfrutar aquellas horas de la mañana en la mesa de su cocina con vista a su amplio jardín trasero. Obtuvo de su refrigerador todo lo que se le antojó. Una joven, con cara de sueño, entro y le interrumpió sus pensamientos.

- ¡Señor! ¿Que hace usted de pie? Yo me encargare del desayuno, vuelva a la cama.- le dijo alarmada, tomando todo los alimentos de sus manos.
- Hoy no estaré en la cama. – respondió con aire tranquilo, mientras contemplaba a la joven apurada tomar los alimentos.
- De acuerdo, puede sentarse, en unos minutos preparare todo esto. – le dijo mientra tiraba a la basura el sobre de café ya sin espíritu.
- Por favor, por este día, no cuides mi colesterol y mucho menos mi azúcar. – le dijo mientras salía de la cocina a pasos lentos y cuidadosos. Ella lo entendió.

Se dirigió a su biblioteca donde estaban todos sus pozuelos. Tomó la escalera de madera adherida a la gigantesca vitrina, de caoba tallada, empotrada en la pared donde descansaban atesorada su gran colección. La escalera se deslizo silente por los rieles hasta llegar al otro extremo. Se dispuso a subir hasta lo más alto para buscar uno de sus primeros pozuelos con el cual quería tomarse aquel café.

Rodó el cristal y tomo uno de ellos, de un blanco de perla que perdió su brillo, tan liso y limpio como una hoja de papel, tan diferente a todos los demás. Se regalo una sonrisa pensando que aquel pozuelo lo había elegido porque no tenía más opción. Y ese día, al contrario del actual, no estaba pretendiendo morir y mucho menos que nadie le arrebatara su vida o su libertad.




Verano del 2001

El lujo de aquel hotel con playas paradisíacas recibió a una gran caterva de jóvenes sedientos de diversión esa tarde. El y su amigo compartían la habitación con dos desconocidas jovencitas. Los cuatros adolescentes se depusieron a dejar sus maletas, ansiosos de disfrutar el delicioso fin de semana. Una de las chicas, la cual no conocían le contaba que venían con todos sus compañeros del colegio, pero preferían estar con ellos, que al parecer eran mas maduro, tal vez cuidando de no dejar notar el otro interés hacia ellos. Juntos disfrutaron el resto de la tarde y al caer la noche se ahogaron en alcohol hasta quedar los cuatros tendidos en las dos camas de la habitación de hotel.

El dolor de cabeza le despertó primero que a todos esa mañana. En algún lugar había escuchado que el café aliviaba la resaca y se dispuso a preparar un poco en la moderna cafetera de la habitación. Cuando el aroma se adueñó de todo el lugar, aun en calma, tomo de la cómoda uno de los horribles pozuelos, blanco perlado, dándole una mirada de desagrado. Vertió el liquido y lo endulzo lo mas que pudo para tratar de disfrazar el desagradable sabor que le hacia sentir en el paladar. Sintió como aquel amargo disfrazado de azúcar se deslizo por su legua mientras entrecerraba sus ojos. Esperaba el resonar de sus intestinos para ir al baño a causa de aquel oscuro enemigo.

El día transcurrió perfecto, las dos chicas hacían lo imposible para divertirlos. Al llegar la noche los cuatro se dirigieron a la disco, ahí estaban todos los compañeros de las chicas las cuales solo querían estar con el y su amigo. A mitad de la noche su amigo prefirió retirarse y el le acompañó, las dos chicas trataron de persuadirlos pero ellos no cedieron. Al volver a la habitación se acostaron exhaustos, el sueno llego casi de inmediato.

El grito de una cama interrumpió sus sueños. Al voltearse noto que su amigo aun dormía pero en la otra cama las dos jovencitas brincaban y gritaban con vasos de cristal con un líquido de color extraño. Una de ellas lanzo su vaso contra la cómoda rompiendo el tope de cristal, mientras que la otra saltaba hacia la otra cama y vertía sin contemplación aquel líquido en la cara de su amigo. El le gritaba que se tranquilizar y no lo hiciera. Su amigo al sentir el frío se giro sobre su cuerpo haciendo que ella cayera en el espacio entre las dos cama y entre gritos y carcajadas volvió a lanzar mas liquido. Su amigo al fin despertó espantado, con un movimiento rápido y brusco su mano izquierda se estrello con gran fuerza sobre la mejilla de la jovencita.

El lo vio todo en cámara lenta. La chica cayó tendida en la cama contigua a los pies de su amiga que aun brincaba. Cuando una gota roja tiño las sabanas blancas de la cama todo quedo en calma. La chica aturdida toco sus labios ahora bañados en sangre.

Sus gritos se adueñaron de los pasillos, mientras corría a toda prisa hacia la disco. El corrió tras ella. Cuando al fin la alcanzo trato de explicarle que era un accidente, pero ella no le escucho. El volvió a la habitación y encontró a la otra jovencita aporreando a su amigo con golpes desorganizados mientras el trataba de cubrirse. La levanto por la cintura apartándola de su amigo y la saco de la habitación, cerrando la puerta con llave.

- ¡Estamos en problemas!
- ¡Fue un accidente!
- Lo se, pero sus amigos en la disco no nos creerán. – le dijo tratando de mantener la calma.
- Iré a la disco y tratare de aclarar el inconveniente. No le abras la puerta a nadie. – le dijo mientras salía al pasillo solitario.

Al parecer la otra jovencita había ido a la disco a convocar a sus compañeros para el gran final de la noche. En el lobby escucho los comentarios de que dos muchachos habían golpeado a dos jovencitas y que ya la policía venia en camino. Sintió un temblor en el estomago mientras trataba de deslizarse con naturalidad y siguió el camino hacia la disco. Avisto un gran tumulto de jóvenes que corría en su dirección. No creyó que lo reconocerían, giro sobre sus talones y camino como si no fueran con el. Al entrar al lobby miro con disimulo sobre su hombro para notar que estaba fuera de la vista de la multitud y de inmediato corrió tan rápido como se lo permitió el piso cristalino del esplendoroso lugar.

- ¡Abre la puerta! – le grito mientras la golpeaba fuerte.
- ¿Que paso? – le respondió su amigo al abrir, con la cara tan blanca como los silentes pozuelos sobre la cómoda rota.
- ¡Tenemos que salir de aquí! – le dijo sofocado mientras buscaba su maleta.
- ¿pero que paso?

En ese instante se escucho en el pasillo un millar de pies pisando fuerte y rápido. Los dos quedaron inmóviles y en silencio tratando de identificar aquel ruido. Los dos se miraron pero no se atrevieron a confirmar que era una estampida y en ese momento su amigo le imito y busco su maleta. La multitud se oía cada vez más fuerte. Los dos empacaron lo que pudieron y le dieron gracias a Dios por estar en un primer nivel. Mientras se dirigían a la pequeña terraza le dedicó una última mirada a la habitación procurando que no se le quedara nada. Su mirada se detuvo en la cómoda, y entre cristales rotos, uno de los insípidos pozuelos le tendió su oreja y el la tomo, lo entro rápidamente en la maleta y corrió de tras de su amigo que ya había brincado la baranda.

Corrieron por los oscuros jardines hasta llegar a la playa. Su amigo estaba en un letargo, algo incomodo para el, obligándolo a tomar las riendas de la situación. Mientras a lo lejos veían al grupo de jóvenes enfurecidos revisar la habitación.

- Tenemos que salir de aquí. – le dijo a su amigo, sentándose encima de su maleta.
- ¿Pero como? Son las tres de la madrugada.
- Pues tendremos que dormir aquí en la playa, e irnos cuando amanezca. A menos que tomemos el riesgo de cruzar al otro lobby.

Bordearon toda la playa hasta el otro extremo del complejo. Su amigo se quedo escondido mientras el ordenaba un taxi. Oía los comentarios del personal de recepción y trato de mantener la calma y actuar natural.

- Dos jóvenes de la parte sur del complejo golpearon a sus novias en la habitación, parece que querían violarlas. – decía un hombre algo afeminado a su compañera.
- Gracias a Dios la policía llego y lo están buscando.
- Suerte que no paso en esta parte del hotel.
- ¡Disculpen! ¿En que tiempo llegara el taxi?
- En unos minutos joven, puede sentarse y tomar algo si gusta. – le respondió el recepcionista con una amabilidad sarcástica.

Un pequeño autobús blanco se aparco en la entrada del lobby al tiempo que el recepcionista extendía con extraña gracia su mano, avisándole que su taxi había llegado. Subió al vehículo sin despedirse y ordeno al chofer ir por la parte en remodelación del hotel.

Después de varias vueltas para encontrar el lugar se adentraron a un parte oscura y atestadas de escombros de construcción y en la oscuridad de las fauces de un edificio estaba la silueta de su amigo sentado en los escalones y abrazando su equipaje. La luz del vehiculo le hizo cerrar los ojos cuando doblo dejando su costado derecho ante sus ojos. En ese instante no sabía que saldría de ese minibus cuando la puerta comenzó a deslizarse.

-¿Piensas quedarte ahí sentado?- le dijo a su amigo, mientras bajaba el cristal del copiloto algo enfadado.

De un brinco su amigo estuvo de pie, entrando rápidamente al minibus. Cuando al fin subió al vehiculo el le dio instrucciones al chofer de salir del hotel y llevarlos a la parada de autobús con destino a la ciudad.

- ¡Buenas noches oficial! ¿Que esta pasando? – pregunto el chofer a unos del ciento de policías que rodaban el área de la disco.
- ¡Imagine! Dos jovencitos intentaron violar a sus novias, uno de ellos llego a golpear a una de las chicas. Ahora los estamos buscando en todo el hotel.
- ¡Chofer! Nos podemos ir por favor…

Ya acomodados en los incómodos asientos de aquellas guaguas viejas, después de haber esperado casi una hora en una estación llena de polvo y personas extrañas, el abrió su maleta y saco aquel pozuelo que había hurtado de aquella habitación de hotel lujosa y fue en ese momento que su cara esbozo una sonrisa de victoria al verse sanos y salvo dirigirse a casa.





Con la misma sonrisa de victoria descendió con cuidado las escaleras diciéndose en su fuero interno que no moriría rompiéndose el cuello en una caída. Al pisar el suelo frío de su biblioteca con sus medias con estampados divertidos se dirigió a la habitación contigua y noto que el desayuno estaba impecablemente servido en el comedor principal.

- ¡Señor, que disfrute su desayuno! – le dijo la bella jovencita ahora mas despierta, mientras entraba al gran comedor con un florero atestado de flores frescas y el ultimo libro que el señor había tomado en lectura.
- ¡Gracias!- le dijo mientras le extendía el pozuelo para que lo incluyera en el servicio y tomando una tostada antes de sentarse.

Esperó sentado en la mesa, tragar el último bocado de su desayuno, saboreo el último desagradable sorbo de café en su pozuelo viejo y se levantó en silencio. El resto del día se dedico a mimarse como nunca lo había hecho.

Sentado solo en su jardín, con su libro favorita en las manos esperaba la muerte que se asomaba como el crepúsculo de aquella tarde sin brisas frescas. Estaba demasiado viejo para pelear, no quería reñirle a lo que en esa tarde de julio le tomaría con cariño la vida. Al verla de frente confirmo que aun no le temía y espero dolor.

Sintió como poco a poca su vida se desprendía de su cuerpo, su respiración era cada ves mas lenta, mientras solo miraba las paginas, para el ahora en blanco, de aquel libro abierto entre sus piernas. Con el ultimo aliento y algunos vestigios de fuerza, cerro la obra y respiro al ritmo de la muerte.

No sintió dolor y cuando su alma se despidió de su cuerpo dejo caer como un último reflejo el libro que sostenía. Cayó sin pena al suelo dejando al descubierto su nombre frente al cuerpo inerte de su dueño: Colección de Pozuelos.
.
.
.
.
Trampas Suspendidas
9:25 | Author: Urbano
-Sabes… Hay veces que pienso que estaré sola y nadie se interesara por mí. – le comento con su mirada perdida en aquel camino franqueado por altos pinos y brisa fresca.

Aquellos pinos imperiales se estiraban al cielo tan altos que no podían ver sus copas. A su lado, pensativo, caminaba alguien que simplemente fue encomendado a sus cuidados.

-No diga eso señorita, tiene tan solo dieciocho años, aun le falta mucho por recorrer. – le dijo mientras sentía el deseo de tomarle la mano.
-Eso no lo puedo entender, creo que soy la única chica que a sus dieciocho años no la han besado. – le dijo bajando su mirada.
-Créame señorita, que existen personas con mas edad y no han sido besadas.
-Si! Pero no quiero esperar más, siento como mi vida se me escapa como arena en mis dedos.
-Estoy seguro que cuando se recupere podrá tener al chico que desee.

El era un joven medico muy apuesto, alto, de ojos claros y pelo alborotado y con poco tiempo para dedicarlo al amor. Empezaba a inquietarse por aquella conversación.

-Me gustaría proponerte algo doctor. – dijo la jovencita deteniendo sus paso. El no quería escuchar aquella proposición, porque no sabía como decirle no a una jovencita que parecía una princesa vestida de blanco. No respondió

En verdad no quería herirla, sabía que debía respetar su ética como profesional, además no quería que el estado de aquella princesa empeorara a causa de una depresión.

-Doctor… ¿le gustaría darme mi primer beso?

El blanco de su uniforme acentuó más su cara al sonrojarse y se quedo mirándola por unos segundos. En medio de aquel sendero estaban dos extraños jugando con un de las experiencias mas bonita de la adolescencia. La brisa de aquel agosto acariciaba con cariño el pelo de aquella princesa que pedía agritos un beso.

El se acerco con suavidad, tan cerca que ella sentía su calor, su olor, sus latidos. Inclino su rostro al de ella. Al Sentir su aliento calido la princesa se preocupo de que notara sus nervios y su pulso acelerado.

-En verdad te aseguro que querrás sentir que en un momento como este tu corazón lata más rápido que ahora, que el pelo de todo tu cuerpo se erice y que ese beso lo sientas en todo tu ser.

El doctor se incorporó lentamente mientras ella abría sus ojos y mirándola con ternura le dijo.

-No le hagas trampa a tu primer beso.

La paciente le brindo una sonrisa casi infantil de agradecimiento y retorno nuevamente el paseo en silencio.
.
.
.
.

Le despertó el sol de unos de los pocos días que podía dormir hasta tarde. Un poco asustado abrió los ojos, por la incomoda sensación de tener que levantarse para ir a trabajar. Luego de un respiro de alivio, giro sin soltar la almohada y fijo su vista en un grupo de objetos de diferentes colores. Una sonrisa se dibujo en sus labios y sus pensamientos se llenaron de añoranzas.

Su mesita de noche estaba atestada de pozuelos. Su madre siempre le reclama por la vajilla que desentona con la decoración de su habitación, ella dice que ese reguero de pozuelos no combinan con las cortinas, pero a el no le importaba.

Ha decidido quedarse tendido en la cama toda la mañana, solo pensar, vagar entre recuerdos ahora confusos. Posa la vista en su manojo de pozuelos y toma con cuidado uno pequeño, de aire infantil, que lo traslado muchos años atrás.



Madrugada del 6 de enero 1993

Ese día su madre se alegra de que la navidad ya había pasado, hizo malabares para cumplir religiosamente con los ritos de aquel triste diciembre. La señora cada día luchaba por vender en un negocio a la deriva, donde las pocas y míseras ventas del día cubrían el almuerzo de su familia al siguiente y con la preocupación de que los anaqueles casi están vacíos.

Su padre, gran personaje, que se conformaba con su trabajo que le permitía pagar las cuotas mensuales de una deuda que no tenía fin y quedarse con unos cuantos centavos para tomarse siempre una cerveza camino a casa.
- Mi viejo, ¿que vamos hacer? – le dice a su esposo, con los ojos llenos de angustia.
- ¡Yo no se! ¡Cuando no hay, no hay! – Le grita enfadado, sin buscarle solución al tormento de su esposa.
- ¡Es así que lo resuelves todo!
- ¡Cállate coño! Déjame dormir, que son las tres de la madrugada. – vuelve a gritar enfadado sin temor a que sus hijos escucharan tras la delgada pared de madera que dividía las únicas dos habitaciones improvisadas detrás del negocio de la madre.
Con la vista fija en el trecho de almacén, escucha un ruido entre las vitrinas del negocio a su cabecera. Se levanta con cuidado para no espantar a su esposo que ahora atravesaba una de sus pesadillas cotidianas llamando a su madre por su nombre.

Entra a la oscuridad triste de la tienda, enciende las luces rápidamente. Se espanta en silencio al ver a una rata escabullirse detrás de una de las vitrinas. El celaje del ratón hizo que fijara su vista en lo que aun contenía ese aparador. La creatividad que le dio de comer muchas veces a sus hijos y servir adecuadamente la comida de su esposo, afloro como un regalo de unos reyes que atravesaron un gran desierto guiados por una estrella para visitar a un pequeño niño. Una sonrisa de alivio la sorprendió, amarrándose rápidamente su bata azul rey de terciopelo con el lazo de su cintura. Tomo papel, tijeras y cintas de colores.

Envolvió todos los objetos que pudo ver como regalos en las manos de sus hijos, haciendo estupendos lazos y sublimes rizos. Coloco cada cajita a los pies de cada cama y fue a su habitación a esperar que pasaran los pocos minutos que faltaban para que el sol asomara.

La risa y los gritos de alegría despertaron a su esposo. Se vistió con pantalones cortos, tenis y gorra para el sol.
- Me voy a caminar- le dijo sin mirarle a la cara.
- Pero es día de reyes y los niños ya despertaron. – le dijo con la esperanza que se quedara a compartir en familia.
El no respondió y salio de la habitación. Ella se lanzo de la cama para ir con sus hijos y abrí los regalos. Al entrar en el dormitorio contiguo, donde había tres niños saltando de alegría con cajitas preciosas perfectamente envueltas como regalos. Ella se sentó en una de las tres camas y los niños le imitaron. Todos al mismo tiempo rasgaron las cajitas descubriendo sus regalos. La mayor recibió un juego de bolígrafos elegantes y una carpeta con su libreta rallada amarilla. La mas pequeña, descubrió en su cajita un juego de lápices de colores con una libreta con las paginas en blanco, un paquete te papel de construcción de colores y unas tijeras.

El varoncito, al ver los regalos que sus hermanas ya estaban usando tomo con las dos manos su cajita y se quedo unos segundos contemplando el bello lazo que la decoraba. Maldijo a Melchor, Baltazar y Gaspar por el terrible crimen que habían cometido, se preocupo por lo que tendría que enfrentarse su madre cuando las vitrinas quedaran totalmente vacías. Ella le miro y le animo abrir su regalo. Al abrir su hermosa cajita con cuidado para no estropear la envoltura, un pequeño pozuelo dejo mostrar sus hermosos y fantasiosos dibujos. Coloridas casitas de dulces, decoradas con paletas, caramelos, galletas, mentas, chicles, chocolates se extendían cilíndricamente interrumpidos por una oreja por donde el hermoso pozuelo escuchaba su asombro al sacarlo de la caja.

Fue su primer pozuelo de muchos que coleccionaría, donde cada uno tendrían una historia que contar, algunas tristes, otras emocionantes y tal vez varias alegres. El varoncito ahora se preocupa de tener un posuelo por cada situación importante en su vida.
Hojas que crecen cuando caen
21:32 | Author: Urbano
Una casa abandonada nos recibe con una oscuridad hipnotizante. El camina delante abriendo la gran puerta de hierro y espera que yo termine de contemplar aquella reliquia de la arquitectura postcolonial.

Camino dejando abierta aquella gran puerta que conduce al pasillo tenebroso del lateral derecho de la casa. Sigo sus pasos. Trato de avanzar por la oscuridad nocturna que brinda una noche sin bombillos. Ando buscando su nuca, que parece flotar en la nada, parece brillar, parece guiarme, hasta que una gigantesca hoja muriendo se atreve a caer como una sombra rendida ante mis ojos. Aquellas difuntas hacían resonar nuestros pasos a medida que avanzábamos.

- ¿De qué árbol caen estas hojas? Por qué todas las hojas de este árbol son pequeñas?- le digo a la nuca, tocando el árbol a mi derecha. El se detiene.
- ¿Eh? es que crecen cuando caen, - dice sin voltearse y siguió caminando esperando que no se me ocurriera otra pregunta tan estúpida.
- ¿Como puede suceder esto? – El no respondió y siguió abriéndose paso entre aquel mar de hojas muertas, que al parecer crecen cuando caen.

Mi anfitrión se detuvo para esperarme delante la gran escalera ajada. Al llegar a los pies de aquella interminable fila ascendente de escalones pintados en degradado, el primero de un negro azabache y el siguiente mas claro que el anterior. En cuya cima vislumbraba un aura grisácea, como un humo congelado que me daba miedo y el último escalón, blanco.
- Que interesante tu escalera… - comenté al ver tan laborioso trabajo.
- Si, la pinté yo mismo, es para que todo el mundo cuando suba deje todo lo negro de su vida en el primer escalón.- No respondí, temiendo a decir otra estupidez.

Al cruzar el umbral de la entrada, una sala, algo peculiar, nos da la bienvenida. El deja las llaves en un gavetero de madera cruda, con un gran espejo sucio. Una mesita parecida a las que modelaban con gracia en casa de mi abuela. Libros, bocetos y restos de juguetes de un día de reyes que pasó sin penas ni gloria, todos flotaban por la casa. Cuadros abstractos me transportaban a absurdos pensamientos. Un gato con manchas verdes rondaba con arrogancia el lugar, haciendo gala de sus interesantes colores y un caldero vacío encendido en la estufa humeaba llenando la casa de un humo que no olía a nada. Plantas artificiales se agitaban en la ventana, lindas pero sin vida.

- Está muy original el mueble verde. – Comenté sentándome en él, al mismo tiempo con el temor de haber hecho un comentario absurdo.
- ¡Si verdad! Es para que combine con el gato.- agregó orgulloso, haciendo a un lado al gato que cruzaba por sus largas piernas sentándose a mi lado. No dije nada.

Empecé a inquietarme en aquel lugar, donde el ambiente opaco era partícipe de extrañas excentricidades. Mis pulmones protestaron y empecé a toser. Le pedí un poco de agua con la esperanza de que abriera un poco mas las ventanas de madera.

- ¿Cómo la quieres? – preguntó asumiendo que sabía la respuesta. Un gran pánico se apoderó de mi, no sabía que responder. Volvió a preguntar, su voz esta vez era impaciente.
- ¿Cómo la quieres? Tengo color naranja, café y morado. La transparente está caliente.

Asustado respondí que la eligiera él. Observé con cautela aquel vaso cilíndrico de cristal de un tamaño algo exagerado, en realidad me dio la impresión de que era una especie de florero, pero debo de admitir que dejaba ver con elegancia su contenido. El líquido era morado y efervescente. Lo tomé con recelo y esperé algún descuido de el para olerlo, me sorprendió en el acto.

- ¿Qué pasa? ¿No te gusta mi agua morada? La compré en especial en el supermercado. En verdad no se como el ser humano se empeña de cambiarle los nombre a las cosas. Todo líquido en esencia es agua. Detesto cuando alteran el orden natural de las cosas. Una manzana seguirá siendo manzana hasta que se pudra. Las cosas son como son y ¿quiénes somos nosotros? Que si no mas que unos pobres inmortales que retozamos con la creación.

Preferí no responder a nada, ya que bebía un poco mas confiado mi refresco de uvas aliviando la resequedad de mi garganta causada por su ambientación artificial. El se embarco en un sinnúmero de temas cada uno más profundo que el anterior, sobre refrescos, las sodas, los empaques desechables, el reciclado, que si el clima, calentamiento global. Mientras escuchaba su monólogo yo le observaba con atención y tomaba mi florero con las dos manos bebiendo mi refresco de uva mientras asentía mostrando interés.

Mientras se internaba en otros temas aun mas complicados, sobre bolas de pelos, carnes de algún animal de manchas verdes y demonios africanos, se levantó del mueble sin dejar de hablar, fue a la cocina donde aún el caldero seguía al fuego azul de la hornilla. Tomó una regadera, la llenó de agua en el fregadero y se dirigió hacia la ventana, se detuvo delante de ella con la regadera suspendida a nivel de su hombro para acentuar un aspecto importante de su perorata y sin dejar de hablar me dio la espalda y comenzó a regar las plantas.

En ese instante lo entendí todo. El tiempo disminuyó su velocidad y con mi vaso con residuos de agua morada aun en las manos vi como el se daba vuelta con una cierta gracia sobre sus talones descubriendo una sonrisa que se dibujó lentamente en sus labios, seguía en un letargo mientras mi mente procesaba rápidamente muchos pensamientos incomprensibles y que tenía que descifrar pero no en ese lugar. Coloqué con cuidado su brindis sobre la mesa, al lado de un collar de perlas y un gigantesco puño verde que emergía como un obelisco y me acerque a la ventana. Tomé de sus manos la regadera, regando la planta que le faltaba y avisándole que tenía que irme. Su semblante cambió despidiéndome con un abrazo que aliviaba el dolor de sus brazos y el de los míos. Deje la regadera en el gavetero de la entrada y me detuve en el umbral de la puerta, de donde vi un gran árbol que provenía del otro lado de la casa con unas hojas inmensas que caían al techo y rodaban hacia el otro patio. Prendí un cigarrillo resignado a bajar las escaleras y dejar la pureza e inocencia en aquel burlón escalón blanco, mientras me oscurecía lentamente hasta llegar a la negrura del primer escalón. Atravesé el cementerio de hojas que crecían cuando caían y cerré la gran puerta de hierro que deje abierta al entrar.
Lagrimas gratis
13:51 | Author: Urbano
Ella le espera bajo la lluvia, guareciéndose con su gigantesco paraguas verde, mientras trata de contener sus impulsos de gritarle el amor que le atormenta desde hace un tiempo, pero el miedo la invade, no sabe como el reaccionará y esto le molesta.

La lluvia cae a cantaros y sube desganada al auto, ahí esta el con su mirada que desarma. Con su enfado natural comienza hablar de temas cotidianos y el corresponde con amabilidad haciendo caso omiso a su actitud. Hace una parada y se desmonta avisándole que no tardara. Ella toca su asiento y siente su calor, su olor y presencia que no desapareció con el portazo.

El entra rápido todo mojado..., ella lo contempla cuando el se queja con enfado de la lluvia. Lo mira fijamente a los ojos, el no la esquiva, pasan los segundos, ella empieza a temblar, acerca su mano a su antebrazo mojado descansando en el guía, el no deja de mirarla, ella tampoco y la lluvia sigue cayendo.

Lleva su mano mojada por el rose de su antebrazo a su mejilla, haciéndole ver que no le importa su humedad, el se petrifica y no deja de mirarla a los ojos, mientras sus espíritus empiezan una danza dentro de una capsula azotada por la lluvia.

Dentro de la capsula sus miradas solo se interrumpen por los parpadeos, hay fuego entre ellos. Ella espera el siguiente paso, el no se mueve. Le toma la mano, el le responde y la aprieta suavemente, ella se acerca y el se inclina hacia ella, sus manos temerosas rozan lentamente sus piernas acariciándolas con ternura aproximándose con mas confianza, sus manos llegan a su cintura al igual que todo su cuerpo hasta que su calor y la humedad la invaden en un abrazo fuerte y un susurro que le estremeció todo su cuerpo. He soñado todas las noches con este momento. Le dijo mientras su mejilla barbada raspaba la de ella. Dos gotas ardientes salen de sus ojos mezclándose con su enfado y abandonando su cuerpo. La lluvia sigue cayendo y ellos siguen abrazados.

...El entra rápido todo mojado, Ella toma dos servilletas pasándole una y secándose con disimulo sus ojos mientras le decía para salir del paso: Sécate que te puedes resfriar. El toma el pedazo suave de papel sin mirarla y acelera bajo la lluvia perdiéndose en un mar de autos embotellados.
Fabricante de fantasía
7:54 | Author: Urbano
Una carcajada estallo en el auricular de su teléfono, ella también empezó a reír incontrolablemente, habían pasado ya cuatro horas de haber empezado la conversación.

- ¡Estas loco! Debe de faltarte un tornillo, mejor dicho tres tornillos.
Al oír esto el dejo de reír y en una forma seria contesto: -Oíste esa frase que acaba de decir, no la olvides…
Un silencio les acompaño por varios segundos y después volvieron a estallar en carcajadas.
- De acuerdo, no la olvidare… ¿Por qué no quieres que lo olvide?
- No te preocupes solo recuérdalo…

Su celular la despertó temprano aquella mañana, salto de la cama para ver si el nombre que revelaba la pantalla era el de la persona que había ocupado sus sueños aquella noche. Su cara al ver el cuadro de luz fue de desilusión, era un mensaje promocional. No podía creer que no haya recibido su llamada después de aquella noche. Miro el reloj y se percato que eran las 8:23 am, se dijo para sus adentro que era aun muy temprano para que la llamara y decidió rendirse nuevamente en los brazos de Morfeo.

Su inseguridad hizo trizas su razón, eran las 10:36 a.m. y no pudo volver a dormir, acostumbraba despertarse tarde pero ese día le fue imposible. Tendida en su cama comenzó a recordar todo lo sucedido la noche anterior, había conocido a un chico muy poco usual. Era extranjero, amable y muy educado, alguien importante, profesor de literatura francesa, y sobre todo joven, de unos escasos treinta y un anos, para su sorpresa podía mantener una conversación inteligente por más de diez minutos. Ella siempre espero conocer a alguien así, pero esta vez, ella no puedo mantener una conversación digna por más de cinco minutos. ¿Nerviosa?... tal ves…

Aquel viernes lluvioso de navidad, habían ido a la zona colonial de Santo Domingo, su parte favorita de la ciudad. Cuando caminaban hacia el Alcazar de Cristóbal Colon, una leve llovizna comenzó a caer. Ella le dijo que caminara más rápido para poder llegar al Alcazar y guarecerse del cernidillo. El la detuvo del brazo con suavidad, sacando un paraguas de su bulto de viajero, cuyo cinto cruzaba su pecho. Abrió el paraguas y le invito a que se guareciera debajo de el, ella tuvo que acercarse mucho a su pecho, en ese momento sintió su olor, su calor y al instante su corazón empezó a latir mas rápido. Se sintió avergonzada de que un extranjero estuviera más preparado para el cambiante clima de su país.

El le invito a ir al Museo del Ron en la calle Isabel la Católica, cerca del Alcazar, ahí se sentaron y degustaron de la mejor cerveza del país. El le comentaba que había viajado mucho, que estuvo todo un ano sabático en Francia para aprender el acento y que su nacionalidad era canadiense perteneciente a la parte francesa. Para ella fue gratificante estar sentada a la mesa con una persona tan interesante. Hablaron de libros y de varios autores. Ella llevaba una recopilación de obras de Oscar Wilde, el canadiense lo tomo en sus manos y le hizo un breve resumen de cada uno de los cinco libros de Wilde. Era evidente que el chico latino con cultura canadiense y galantería francesa era muy culto, y noto que había quedo pérdida en sus ojos negro azabaches ocultados por sus lentes de pasta con aire intelectual.

Cuando logro articular palabra pudo hablarle que quería ser escritora, que trataba de manejar el arte de escribir cuentos y pretendía concursar en varios certámenes internacionales el siguiente año. Le contaba que era profesional en el área de la comunicación y que actualmente estaba escribiendo unos manuales para un instituto reconocido del país. Le hablo de su página web, donde publicaba todo lo que escribía. En ese instante el pregunto si le gustaba mucho escribir para su pagina, ella contesto que si, cuestionando el objetivo de su pregunta, a lo que el respondió que cuando empezó hablar de su pagina sus ojos se iluminaron.

Cuando el dio su ultimo sorbo de cerveza le pregunto si tenia hambre, para invitarla a cenar, le dijo que conocía un lugar muy bueno por ahí cerca, llamado Falafel, era un restauran de comida árabe recién remodelado, ubicado en la calle Sánchez con Padre Billini en la misma Zona Colonial. Ella en verdad no tenia hambre y no podía decirle que tenia el estomago lleno de mariposas, además seria de mal gusto rechazar la invitación de tan galante extranjero. Antes de irse le dijo que iría al tocador, estaba tan extasiada en aquella cita que entro por el lado equivocado dando la vuelta al museo y apareciendo en el mismo lugar, encontrándose con aquel joven apuesto con modales de caballero francés. Al parecer el había ido varias veces a aquel museo del ron, ya que le indico el camino correcto para llegar al baño. Al entrar al tocador ella no dejaba de pensar de lo entupida que se estaba portando, se decía constantemente que se supone que el es un extranjero con solo cinco meses en el país y ya había elegido dos excelentes lugares y en cima de todo eso, el le había indicado la dirección correcta del baño en uno de los establecimientos.

Salieron en silencio del Museo de Ron. La lluvia había cesado y el dejo que ella caminara delante dibujándosele una pequeña sonrisa en aquella boca pequeña y rosada que de seguro conocía el arte del famoso beso francés. Se dirigieron despacio al vehiculo, ella comentaba algunos detalles de la historia de la cana y la danzas de los millones, pensó que de alguna manera tendría que hacer ver que ella tenia algo en la cabeza.

Ella nuevamente se disculpo del estado sucio de su vehiculo alegando que acababa de salir del taller mecánico, pero en realidad ese era el estado natural de su coche. Condujo con más prudencia que vergüenza por las calles estrechas y entaponadas de la Zona Colonial a esas horas de la noche. Llegaron al lugar y ella se parquea con gracia y destreza. Entran al restaurante, al subir los pocos escalones de la entrada el rosa suavemente su espalda guiándola hasta una de las mesas del remodelado lugar. Ella rompió el silencio explicándole que ese restauran era mas pequeño y al parecer había cambiado de administración, el pareció no importarle el comentario y pregunto donde estaba el baño.

Al llegar la mesera el la mira y le solicita los menú, la mesera contesta que todavía no están listos, por causa de la remodelación, al parecer conocía el menú y ordeno una entrada y su plato principal, ella ordeno lo mismo a la mesera. Al partir la empleada el introdujo el tema de sus vacaciones. Anteriormente ella le había comentado que se iría con toda su familia por 4 días a las montanas, agregando que si lo hubiera conocido antes le hubiera invitado, el contesto que tenía una idea mejor, y que tendría que cambiar sus planes. Planeo rápidamente un fin de semana con el. Le dijo que como en su casa no habría nadie se podían quedar los dos solos. El cocinaría y que también tendrían tiempo de trabajar, el tenia que revisar algunas traducciones y ella tenia que escribir sus cuentos. Solo pudo reírse a tan tentadora propuesta. La entrada llego, era Humus.

El le invito a probar al mismo tiempo que tomaba un trocito de pampita ungiéndolo en el patee y llevándoselo a la boca, ella le imito. Cuando los pedacitos de pan árabe se agotaron el deslizo con gracia su dedo índice en la pasta de garbanzos para luego llevárselo a la boca. Rosas rojas se agitaron en su sangre haciendo que sus pómulos se sonrojaran, el lo noto y pregunto si le estaba avergonzando, a lo que ella contesto que en lo absoluto, sabia que ese tipo de comida originalmente se comía con las manos. En realidad otro fue le motivo que hizo que sus mejillas se sonrojaran.

Tomo una servilleta y mientra limpiaba su dedo le dijo que había traído un regalo para ella. Introduce su mano en el bolsillo derecho y le aclara que no se preocupe que no era dinero. Los dos rieron. Una pequeña bolsa plástica sale de sus pantalones y con una sonrisa que la desarmo extiende sus manos hasta colocarlo en su servicio puesto en la mesa.

Las rosas nuevamente se agitaron es su sangre, le pregunto a que se debía ese regalo, a lo que el contesto que era su responsabilidad cuidar de ellos, tendría que entregárselo cuando el no necesitara. Ella con cuidado empezó abrir el regalo preguntándose que escondía aquella bolsita, al abrirlo los dos empezaron a reír. Aquel detalle le desato unas ganas irresistible de besarlo, se abalanzo hacia el con ternura, tocando delicadamente su pecho, lo beso. Ella intento retirarse y el la sujeto por la cintura y la beso nuevamente.

Después de aquellos besos donde sintieron que todo el restaurante desapareció a su alrededor, ella solo escuchaba su voz, haciéndole propuestas como si se enamoraban pasarían el resto de sus vidas juntos, que vivirían en los países fríos y que seria todo como en los cuentos de hadas. Ella le escuchaba atentamente sintiendo las nueves blancas y esponjosas en sus pies.

Ella visualizo como un ángel se acercaba volando con grandes alas a su mesa y traía consigo dos recipientes de aluminio, dentro de cada uno, un falafel envuelto en una funda plástica, blanca con franjas azules y diciendo aquí esta su orden. La mesera dejo la comida y se retiro al sentir la tensión que se sentía estar en esa mesa. Comieron en silencio y sin prisa, los dos sabían lo que pasaría cuando salieran de aquel lugar.

Alguien toco la puerta de su habitación, despertándola del trance donde la sumergieron los recuerdos de la noche anterior. Segundos antes sus manos se habían tornado traviesas al recordad el final de la velada, pero la puerta las retuvo.

Su hermana entro acostándose con ella en la cama. Con una sonrisa reprochaba la hora que llego a casa, 3:40 de la madrugada. Ella le miro con una cara descabellada. Su hermana le pregunto si le había llamado, a lo que ella respondió con un no sin palabras, mirando fijamente el regalo de aquel chico, con el cual sus dedos ahora jugaban. Levantándose de la cama, Su hermana le dijo que no se preocupara que si la noche fue buena el llamara y en el umbral de la puerta se detuvo, preguntando:
- ¿que haces con esos tornillos en la cama?
Dos semanas pasaron y el latino de nacionalidad canadiense y modales franceses nunca llamo ni contesto sus llamadas, solo desapareció entre las nubes del paraíso que el creo para ella, dejándole solo el recuerdo de su poca cordura.
.
.
.
.
Se percato que la noche empezaba a caer, seguía fielmente las raíces del árbol, según las instrucciones de su madre, las cuales las llevarían hacia la casa de sus tías, pensaba en lo fácil que era llegar a su destino, solo tenia que seguir las raíces y todo estaría bien, pero algo la atormentaba y era aquel susurro que la despertó.

“Si las estrellas que están a tus pies desaparecen, corre y busca protección en tu libro.”

Sujeto su libro con fuerza y empezó a caminar. No le importo que la noche empezó a caer, solo pensaba que estaría bien cuando llegara a casa de sus tías. Mientras se internaba cada vez mas en aquella parte del bosque desconocida para ella sentía que miles de ojos la observaban.

Cuando la oscuridad reino rotundamente a su alrededor, se preguntaba como seguiría el camino. Pensó en buscar un lugar seguro para pasar la noche, pero su instinto le decía que no sobreviviría si se quedaba dormida. Mientras luchaba con la indecisión en su cabeza miro hacia sus pies y vio como poco a poco puntos luminosos se agrupaban con gracia y volvían a separase. Cuando extendió su mirada se dio cuenta que un firmamento de estrellas estaban a sus pies iluminando su camino. Eran miles de luciérnagas que hacían gala del don más preciado que le había regalado la naturaleza, crear luz, un albor celestial. Era hipnotizante ver aquellas criaturas revolotear a sus pies, como miles de estrellas que jugaban con sus piernas sin pasar de sus rodillas. Ahora podía ver claramente el camino.

Mientras emprendía el camino, alguien interrumpió sus pensamientos, ocupando toda su mente, era como si alguien le hablara desde dentro de su cabeza. Sintió miedo porque la última ves que había sentido esto, había luchado con furor por su vida.

- Hola Winifer! No te asuste…- le saluda una voz calidad y sabia.
- ¿Quien eres?
- Soy amigo de tu madre y te llevare a casa de tus tías. Soy el espíritu del Gran Árbol. Estoy aquí para guiarte. Solo eso, es un viaje que debes de hacer sola, revelara tu derecho a ser guardiana de la parte del bosque que ahora dejas a tras, dejándome a mi a cargo, para que te puedas convertir en una bruja tan poderosa como lo fue tu madre.
- No entiendo por que no puedes ayudarme, si eres amigo de mi madre.
- Ser guardiana del bosque no es algo fácil Winifer y desde el inicio de tu aprendizaje debes ganarte el respeto de este mar de vida. En tu linaje cada integrante de tu familia fue bendecida con un don. Tu tía Kloy puede extraer de las plantas y hiervas pócimas tan poderosas que podría burlar hasta la propia muerte. Tu tía Viuna maneja el arte de conjurar poderosos encantamientos y ineludibles hechizos. Todo esto ellas te lo podrán ensenar pero nunca llegaras ha tener el dominio que tienen ellas. Pero tu madre, la poderosa Bluhna, tenia el don mas especial que una bruja podría desear. Podía maneja la energía de las cosas.
- No entiendo, ¿en que consiste ese don?
- Ella con solo sentirlo podía hacer florecer a las plantas, que mis raíces llegaran a casa de tus tías, en pocas palabras, podía transformar la materia. Este don en manos equivocadas podría causar grandes desgracias. Porque no solo puede manejar la energía de un objeto, puede extraerla y trasformarla en otra manifestación de energía. Todos estamos hechos de energía, mi pequeña Winifer.
- Es decir que podía hacer que una rosa blanca se volviera roja.
- ¡Si! Exactamente, ella podía hacer cosas más grandiosas. Me gustaría contarte una historia. Además todavía tienes muchas raíces que seguir, puedo acompañarte.

Mientras la joven aprendiz caminaba por un mar de estrellas, oía en su cabeza todo lo que aquel espíritu susurraba con cariño en su conciencia. Ahora pretendía contarle una gran historia, la cual nunca olvidaría y que en realidad deseaba que alguien se la contara.

- Hace doce anos, cuando apenas eras una reciénnacida, tiempos oscuros amenazaban a todo el bosque. El gran consejo de brujas fue reunido. Las brujas guardianas del norte, sur, este y oeste estuvieron presentes. La parte este y oeste le había sido entregado a dos jóvenes brujas. Aunque las dos nuevas brujas eran excelentes hechiceras eran inexpertas en su trabajo como guardianas y esta era la preocupación mayor ya que se rumoraba que un grupo de brujas del lado oscuro querían adueñarse del bosque para darle riendas sueltas a sus macabros planes con las sombras y estas dos nuevas guardianes eran presa fácil. La parte sur nunca era molestada, ya que la bruja que guardaba esta parte era muy respetada y temida. Pero lo que el consejo no sospechaba que el mayor a ataque era para esta parte y no para la de las principiantes.
- Quiere decir que me estas contando la historia de cómo murió mi madre. – Dos lágrimas se deslizaron sin permiso por las mejillas enrojecidas de Winifer. Ella vio su libro y mientras caminaba lo apretó contra su pecho.
- Si…

Entre emoción y tristeza Winifer rogó a sus pensamientos que siguiera. El Gran Árbol al verla emocionada con la historia comenzó a colocar imágenes en su conciencia. Ella veía a su madre en sus pensamientos. El espíritu seguía relatando la historia.

- Cuando el consejo tomo las medidas necesarias para cualquier ataque maligno, tu madre emprendió rápidamente el viaje de regreso hacia su casa. Estaba preocupada, aun eras muy pequeña para viajar y por esto tuvo que dejarte. Cabalgaba a toda prisa, te había dejado con tu nana, pero en aquellos tiempos todo era más peligroso. Montaba abriéndose paso con su báculo, con sus sentidos a flor de piel y un mal presentimiento en el corazón. Decidió tomar un atajo para llegar más rápido, aquel era más tedioso por su gran vegetación. Al llegar a el su caballo se detuvo relinchando, era mas que un relincho, era un grito de tristeza. Lagrimas brotaron sin pudor alguno al ver tan escabroso lugar, aquel desvío del bosque era ahora un desierto, los árboles habían desaparecido y los que aun seguían en pie estaban secos y sin vida. Pero tu madre no pretendía detenerse al ver a lo lejos una gran llamarada que se agitaban para llegar al cielo, ella supuso sin equivocarse que era su casa que ardía en llamas siniestras. Le susurro a su corcel que no podían rendirse ahora y de un gran salto entraron al espacio desolado. Con la gracia de un gran jinete levanto su vestido, dejando sus hermosas piernas descubiertas al frío de aquella noche de luna llena, colocándose de espalda a la cabeza del caballo. Soltándose de manos y extendiéndolas a la luna, manipulo las energías de aquel suelo que aun era fértil y a la medida que avanzaba los retoños de vegetación comenzaron a brotar de la tierra, volviendo a cubrir de verde aquel árido paisaje. Así siguió cabalgando hasta que sus ojos comenzaron a ver un bosque que crecía gracias a su gran poder. Con la misma gracia volvió a voltearse tomando nuevamente las riendas del corcel.

Winifer seguía abriéndose paso entre las estrellas y escuchando aquel pensamiento emocionante sin esperar un final feliz.

- Mientras más le exigía a su caballo mas se acercaba a las llamas. Cuando al fin llego, se detuvo a una distancia prudente, ella sabia que era una emboscada. Se lanzo con agilidad de su compañero y con su báculo en mano camino despacio hacia las llamas en tu búsqueda. Cuando estuvo lo bastante cerca, noto que las llamas no la obedecían y que en el pórtico, ahora incandescente, habían dos mujeres vestidas con túnicas negras y sombreros de espanto. Una de ellas te tenía en brazos. Tú llorabas sin consuelo, tus llantos hicieron que tu madre perdiera el control. Una implacable tormenta estallo en el momento apaciguando el fuego que tu madre no pudo controlar. Ella grito más fuertes que los relámpagos que azotaban al bosque. Bluhna le exigía que no te hicieran daño y que inmediatamente fueras devuelta. Una enredadera con grandes y suaves hojas se arrastro hasta el pórtico ya apagado. Pero las brujas seguían inmóviles. Las enredaderas llegaron hasta sus pies girando elicoidalmente hasta hacer un pequeño cesto. Al ver que esto no les inmuto, tu madre con gran destreza y como si alara una cuerda de las nubes de tormenta, alo dos rayos que coloco sobre ella de forma amenazadora apuntando a sus cabezas con su báculo. Sonrisas macabras se dibujaron en aquellas caras de maldad y por fin articularon palabras, diciéndole a Bluhna que tú no le eras útil, que podían encargarse de ti cuando ella pereciera en la lucha que sostendrían a la luz de aquella luna silente. Ella te dejaron en el cesto y las enredaderas te aseguraron y te trajeron rápidamente hacia mis. Yo cuide de ti mientras tu madre cuidaba de todo el bosque. Dejo correr aquellos dos rayos sin piedad hacia las invasoras y rápidamente internándose en el bosque que ella había acabado de rehacer. Aquellas dos brujas juntas eran tan poderosas como tu madre. Majestuosos conjuros y poderosos hechizos fueron lanzados esa noche pero tu madre no cedió. Tanto Bluhna como las malvadas brujas estaban agotadas de tanto pelear y como ultima alternativa las siniestras se diluyeron en las sombras malvadas del bosque – aquellas que forzaron tu iniciación- para confundirla, quitarle su báculo y atacarla desde la espalda. Las nubes de la tormenta segaron la luz de la luna. En medio de la oscuridad tu madre no tuvo otra salida que hacer lo inaceptable, pero era la única forma de destruir cualquier oscuridad. Si destruía la oscuridad las brujas morirían también. Yo sabía lo que tu madre estaba a punto de hacer como ultimo recurso y te lleve hasta lo más profundo de mis raíces. Tu madre tomo su caballo y cabalgo tan rápido como pudo hacia mi, que soy el centro del la parte sur del bosque. Hizo una reverencia dirigida hacia mí y enterró su báculo en una de mis raíces. Abriendo sus brazos como si casi se le desprendieran de sus delicados hombros manipulo toda la energía del bosque haciendo que cada gota de energía que tuviera todo ser viviente en el bosque comenzara a calentarse. Tu madre no permitiría que esas brujas se adueñaran del bosque. Yo empecé a calentarme pero confiaba en ella. Cuando la oscuridad se dirigía hacia ella para engullirla todos los árboles estallaron en llamas. El fuego ilumino cada rincón del bosque desintegrando por completo las tinieblas y al mismo tiempo las malvadas brujas. Mientras yo era consumido por aquel fuego que hizo tizas la oscuridad observaba como todo el bosque era sacrificado. Todas las plantas se consumían con honor porque respetaban la decisión de Bluhna. Pero antes de que las brujas murieran completamente se le fue otorgado el privilegio de maldecir a tu madre por haber quemado todo el bosque. Ellas sabían que tu madre moriría con el bosque, así que la maldijeron hasta su tercera generación.

- ¿Y cual fue la maldición?
- No puedo decírtela…
- ¿Por que? ¡tienes que decirme! – Winifer era un manojo de nervios, ella cargaba con una maldición, la cual no le había sido rebelada.
- No puedo decirte, porque cuando fue conjurada ya yo me había consumido, ya era cenizas.
- Pero… no entiendo… ¿como es que ahora me estas guiando a casas de mis tías y hace doce anos eras cenizas?

Un estruendo hizo vibrar al bosque, dejando en blanco los pensamientos de Winifer, ya no podía oír al Gran Árbol. Ella se detuvo para ver que había sido aquel cisco. Noto que el bosque estaba oscuro y al mirar hacia sus pies, las luciérnagas habían desaparecido. Todo estaba oscuro no veía las raíces, sabia que si se alejaba del camino se perdería. El ruido volvió a sonar y esta ves más cerca de ella. Intento caminar de espalda, con la vista hacia donde provenía el sonido. Volvió a sonar, y esta ves a unos pocos metros de ella, en ese instante cae al musgoso suelo del bosque y empieza a arrastrarse en la oscuridad sin saber hacia donde correr. Sujetaba con fuerza su libro, pero no se atrevía a buscar refugio en el porque no podía leer nada en la penumbra. Logro incorporarse y correr nuevamente. Otra ves el estruendo, ahora mucho mas cerca. Ella corría desesperadamente en la oscuridad. De pronto a la distancia logra ver un destello de una luz de un azul celeste que parpadeaba, ella no sabia que era, pero decidió correr hacia la ella. Nuevamente el sonido casi pisándole los talones. Winifer solo atino a correr hasta aquel rallito de luz. Solo pensaba que podía encontrar alguna ayuda en su libro cuando pudiera ver con aquel destello. Mientras mas se acercaba a la luz, mas fuerte era el destello. Cuando ella pudo llegar la luz de aquel cristal, incrustado en un hermoso báculo, iluminaba varios metros a la redonda. El sonido otra vez. Rápidamente Winifer se percato que el báculo estaba clavado en una de las raíces del Gran Arbol, lo observo rápidamente y se dio cuenta que era el báculo de su madre. En su mente algo le susurro que aquella hermosa herramienta le pertenecía. El sonido casi hace estallar sus oídos, era como si un inmenso animal estuviera cavando por debajo de la tierra y cada cierto momento tiene que escupir la tierra hacia arriba. Winifer ágilmente se arrodilla bajo la luz celestial del báculo colocando su libro delante de ella, hojeo con rapidez buscando alguna ayuda. En unas de las páginas con el titulo de hechizos temporales encuentra uno para paralizar animales. El estruendo otra ves y otra ves y otra ves, hasta que se detiene a un metro de ella. Lee rápidamente el hechizo, dice que solo paraliza al animal por unos vente minutos. Una bestia espantosa sale disparada del suelo, sus ojos rojos sin dirección iban directamente hacia Winifer. Este animal era peludo, parecía una boca gigante atestada de dientes, filosos como cuchillos de carnicer, dos garras con unas espantosas y un torso en forma de cono sin patas y en todo su cuerpo dibujos extranos con una tinta que brillaba como las liciernagas en la oscuridad.

“Los movimientos de un animal
paralizados deben estar
que tus movimientos parados estén
por el tiempo que yo deba correr”


Cuando la joven bruja recitó aquel hechizo la bestia se detuvo en el aire y callo al suelo como una roca. las marcas de luz de su cuerpo se desprendieron en diminutas estrellas sentellantes y desaparecieron rapidamente. En ese intenten, cerro el libro, lo tomo y se levantó para empezar a correr nuevamente. Mientras se alejaba de la escena noto que todo se hacia oscuro nuevamente. Vuelve tras sus pasos y desprende el báculo de las raíces del Gran Arbol, al tomarlo no se imagina las innumerables noches que aquel objeto le acompañará y mas aun, las grandes aventuras que vivirán juntos. Observa nuevamente al animal y se da cuenta que empieza a moverse nuevamente, reanuda la huida. Mientras corría ahora con el camino iluminado prestar atención a su ropa toda rasgada y sucia, los moretones y rasguños de su cuerpo. Sigue corriendo despavorida, pero guiada por las raíces. Otra vez aquel sonido, la bestia despertó y esta ves se oye más furiosa. Aquel animal ahora venia con más fuerza y más rápido, Winifer corría cada ves mas, se cuidaba de no caer. La bestia nuevamente casi bajo sus pies. De pronto las raíces terminan en unos arbustos a pocos metros y un claro más adelante. Ella sigue corriendo. El animal sale disparado de la tierra con un gran estruendo y cae al suelo casi mordiendo las pequeñas piernas de la nina, solo con sus dos garras se arrastra a gran velocidad. Winifer se interna en los arbustos y el animal intenta seguirla cuando ella cae del otro lado de los matorrales, en el claro que había visto desde lejos, resignada a que sus piernas están a punto de desaparecer en las fauces de aquella bestia. Todo se detuvo. El feroz animal no salio disparado de los arbustos para desprenderle las piernas. El libro y el báculo cayeron delante sus manos extendidas. Ella empezó a llorar y giro la mirada con recelo hacia los arbustos y noto que el animal huía despavorido sumergiéndose nuevamente en la tierra. Al mirar nuevamente hacia el frente nota que esta siendo observada por dos imponentes señoras paradas en el umbral de la entrada de una casa hermosa.
.
.
.
.
Dolor
15:17 | Author: Urbano
Que tan fuerte puede ser el dolor? Es increíble el punzón que puedes sentir en tu corazón cuando ves sufrir a una persona que amas, creo que esa seria la tortura más torturadora de todas las torturas. No cambio “tortura” porque es una de las palabras más crueles para expresar dolor expuesto en otra persona.

Mi sobrinita que apenas tiene dos anos, corría con una sonrisa dibujada en su rostro, se dirigía hacia mía como la niña más feliz de todo el planeta, corría a mostrarme uno de sus juguetes. Gritaba de alegría y con la emoción de estrellarse en los brazos de su tío.

Y de pronto su pequeño cuerpecito no se estrello en mis brazos, no sentí su carocito en mi pecho y su dulce sonrisa de brisa fresca muy cerca de mis oídos. Venia muy rápido y sus desincronizados pasos hicieron que cayera al piso. Dientes de leche colisionaron sin piedad contra el piso, pero sus labios de pétalos de rosa estaban aun entre los dos protagonistas de la colisión. Yo quede paralizado por varios segundos después de mi intento fallido por detener su caída. Mi pequeña quedo tendida y mucha sangre empezó a salir de su delicada boquita. La levante rápidamente intentando calmar sus gritos de dolor mientras que a mi alguien despiadado apretaba mi corazón haciendo sentir un dolor mas fuerte que si alguien me hubiera golpeado con un bat de béisbol en las piernas.

Ganas no me faltaron de llorar con mi princesa. Minutos después sollozaba en mi hombro y yo sufriendo su dolor.


Para:
Mariel Zorrilla Frías
Mi princesa, mi alegría, mi miedo al dolor.
.
.
.
.
Powered By Blogger