Una línea de sangre, aun caliente, corría por su hombro. Su cuerpo yacía sin vida en aquella habitación de paredes silentes. Frente al cuerpo inerte una sonrisa se dibujaba.

Cuatro paredes inescrupulosas albergaba una serie de muebles orientado a lo sexual: una cama redonda, un sofá con cojines adherido para evitar que sus visitantes se marcharan con ellos. Una mesa empotrada al suelo, lo bastantemente resistente para soportar dos cuerpos con movimientos bruscos, un televisor gigantesco que presentaba orgullosamente películas pornográficas y un juego de luces estilo cabaret. Este era el escenario favorito, su lugar perfecto para cumplir sus más oscuras fantasías. Era en ese lugar donde sus más bajos instintos reborbotaban como la sangre que destilaba de los cuellos de sus víctima.

El, un asesino común y corriente. Elige a su presa con cuidado, las estudia meticulosamente para luego interactuar en clandestino, con la excusa de que es casado y debe cuidar su apariencia. Y ahí estaba el, en su último golpe. Pensaba que había saciado su más profunda necesidad, aquella de ver como la sangre de una mujer brotaba de su cuello hasta cubrir todo su torso, verla desangrase y sentir el calor de ese liquido rojo que todo lo teñía. Era su delirio. Siempre tuvo el cuidado de no ensuciar las sabanas de los moteles, para no dejar rastros y se deshacía de los cuerpos de la forma más adecuada. Los noticieros de ese país tercermundista, cada tres o cuatro meses anunciaban siempre la desaparición de una chica de entre veintiséis a veintinueve años. Las descripciones eran parecidas pero nunca eran asociadas, dándole siempre la tranquilidad de seguir satisfaciendo sus instintos oscuros sin el mayor miedo y mucho menos pensar en la alternativa de abandonar ese país tan estúpido a nivel de investigaciones criminales.

Mientras acomodaba con sumo cuidado el cuerpo de su víctima en el maletero del coche, pensaba que tenía hambre y no sabía que cenaría, pensó en detenerse a comprar algo, pero siempre le gustaba preparar su propia comida. Entro por última vez a la habitación para verificar que no existían rastros de lo ocurrido y recordando cada movimiento para no olvidar limpiar alguna huella. En realidad era bastante cuidadoso, casi rallando en la paranoia.

Manejo perfectamente hasta el lugar donde se deshacía de los cuerpos, sin apuros, con calma, como si nadie le observara, y así era. Ya en casa, encendió el televisor, coloco su programa favorito, las noticias. Encendió su ordenador para revisar sus mail y ahí estaba lo que esperaba, era un aviso. Había esperado por mucho tiempo que el nombre de aquella joven apareciera en su bandeja de entrada. Espero a cenar para leerlo, en realidad no sabía lo que diría aquel mensaje, pero tenía la suficiente paciencia para no dejar que el jugo gástrico maltratara su estomago. El mensaje era directo algo que le cautivaba, era todo lo que necesitaba leer para empezar a trabajar nuevamente, ya que esa noche había culminado su último pasatiempo.








Bueno, no te vi entrar al chat como acordamos, a la hora del te... pues me bebí el te sola! (Jejejejejeje!!!) No te preocupes, se que siempre estamos muy ocupados.

Oye algo, tengo entendido que después de casi 3 meses de conocernos veo ridículo que de mi parte (que no tengo ningún tipo de compromisos así como los tuyos) te restrinja que puedas llamarme. Aunque tú, por tú tranquilidad, no lo permitas, no importa, puedes llamarme cuando quieras. En realidad se que eres juicioso con eso de las llamadas, sé que puedo confiar de que no eres un frenético sicópata (jajajajajajaja!!), que mas por eso no me gusta dar luz verde a las personas para que puedan llamarme. En conclusión eres libre de llamarme cuando quieras.

Entiendo que he sido algo ruda contigo en algunas cosas y en verdad si nos estamos divirtiendo no sé por qué poner, yo por mi parte, tantas ataduras. Tu das lo que puedes y yo también y todos contentos.

En verdad sabes que no te exijo nada y nunca lo haría, así que tú tranquilo. Si quiero valorarte no me jodas y déjame hacerlo, ok!? Claro dentro de los parámetros, no es que quiero lavar tu ropa y cocinarte! tampoco es así! solo como se valora una persona normal. Como lo he hecho hasta ahora, (cosa que te has encontrado un fenómeno).

Y el tema de involucrarse es una parte que he tratado de manejar, como por ejemplo: no contando mucha cosas de mi vida, hablando temas generalizados y cosas así, pero tu no has puesto ningún esfuerzo de tu parte para que yo no esté pendiente de tus cosas, ósea me das todos tus detalles (hasta cuando vas al baño), los cuales no me molestan en lo absoluto, hasta creo que me gustan (jejejejejejeje!), solo que es una puerta abierta para involucrarnos. Esta parte también la dejo a tu criterio. No me molesta y me siento cómoda hablando contigo. Solo esta, que yo también tendré la libertad de contarte todo lo que quiera (si es que tengo oportunidad jejejejejeje!). Con orientación y asesoría incluida, en caso de yo necesitarle, porque tú eres como mas juicioso que yo, en algunos aspectos (jajajajajajaj!)

Las limitaciones por tu seguridad/tranquilidad siguen en pie, no te asustes, como te reitero, yo la estoy pasando bien como estamos, si quieres variar algo, lo harás porque te nazca hacerlo y porque tú entiendas puede ser algo mejor.

No te negare que te he tomado cariño, eres muy agradable y como que estamos en la misma sintonía, no pensé encontrarme a alguien inteligente y sobre todo lindo con quien tener buen sexo y agradables conversaciones, y que sobretodo entienda mi ritmo de vida y me aguante el genio (que dicho sea de paso intentare mejorar).

La vida es muy corta para estar con tanto protocolos para pasar tiempo de calidad con alguien, eso es lo nuestro, tiempo de calidad, pues disfrutemos mientras dure. Siempre con respeto, honestidad y comprensión.

No sé si en realidad sean buenas noticias este mail. Lo que lees es lo que soy.

Caninos,


Anita







No puedo atenderte ahora Liz! Pero te prometo que te llamare esta noche. – Le dijo cuando salía de la oficina. Corriendo se dirigía a su carro para manejar a la universidad donde impartiría clases. Condujo de la manera más tosca, bajo la ventanilla y prendió un cigarrillo. Dos semáforos seguidos se sintieron violados cuando pasó a toda velocidad, con la sencilla excusa de que están de más en esas calles muertas. Sube las escaleras, ya que no tiene tiempo de esperar el ascensor. Y finalmente llega al aula quince minutos tarde. Sale cansada y manejando a su casa decide llamar a su amiga.

- ¡Hola Liz! Ya podemos hablar.

- Anita me tenias preocupada, no hemos hablado desde la última vez que te viste con el Gordito.

- Amiga fue espectacular, de verdad, sé que no me gustan los gorditos, pero este tiene algo que no se explicarte. No sé si es su educación seductora o su ojos pequeños, o de la forma como me toca, pero no pienso dejarlo por tu paranoia.

- Tienes que entenderme Anita, no tienes su apellido, ni tan siquiera sabes dónde vive y para colmo no tienes ni su número telefónico.

- Tienes que entenderlo, es casado y ha tenido muy malas experiencias.

- Pero no tienes porque estar con un hombre casado. Por Dios! Solo tienes veintiocho años, inteligente, profesional, puedes tener el hombre que quieras!

- ¡Es que no me entiendes! Es justo lo que necesito, no tengo tiempo para atender una relación de tiempo completo, este Gordito me brinda justo lo que necesito, una relación de poco mantenimiento, nos vemos una vez por semana y la pasamos muy bien. El no demanda mucho tiempo y yo a él tampoco. Así que estamos bien. No necesito a nadie ahora que me haga quince llamadas al día y tenga yo que contestarlas todas!

- ¿Y si te enamoras? ¿Qué harás?

- Ya sabré… Me ha pasado otras veces con hombres que me han tratado muy mal, mientras que el me trata bien cuando estamos juntos todo irá bien. Luego el tiempo dirá…

- Prométeme que por lo menos anotaras la placa de su auto cuanto lo vuelvas a ver.

- Está bien, mañana es viernes y no asistiré a un coctel de lanzamiento para reunirme con él. Cuando me pase a buscar tendré pendiente anotar la placa de su vehículo y te la enviare al celular.

Llega al fin a su casa para trabajar en algunos pendientes externos a su trabajo habitual. Tiene las discusiones de todos los días con su madre y casi a media noche espera que el Gordito entre a su sistema de chat.






La noche al fin había caído y él se dirige a su casa como de costumbre después de un día normal de trabajo. Parquea el auto de frente a la salida para no salir de reversas en la mañana, entiende que es más peligroso andar de reversas cuando estas empezando el día y tus habilidades motoras aun no están al ciento por ciento.

Calcula que el próximo encuentro con Anita es el último, había preparado todo con antelación, afilo la navaja con la cual rebanaría su cuello, al pensarlo aquella sonrisa afloro en su rostro. Había comprado con dinero en efectivo y en una tienda distinta, como de costumbre, la bolsa para trajes de tintorería y ya el escándalo en la prensa del asesinato de la chica anterior había pasado.

Nunca se había sentido tan cómodo con una víctima. No tuvo inconvenientes para mantener su identidad a salvo, en completa privacidad, y Anita aunque con un poco de esfuerzo, por el poco tiempo, siempre estaba dispuesta a verse con él una vez por semana. Pero había algo que le estaba molestando, como una piedra en el zapato.

Recordó la última vez que se vio con ella. Pensó que nunca había tenido una víctima tan linda y a la vez inteligente, capaz de sostener una conversación por más de diez minutos. Noto que antes de entrar en intimidad ya habían desglosados varios temas de actualidad y se percato que ella también veía con regularidad las noticas en CNN. Sabía pocas cosas de ella, y era porque cuidaba su privacidad al igual que él y eso había retrasado un poco sus planes y se sorprendió contento por eso. Esperaba con ansias el viernes, aunque nunca se lo confesó a Anita y mucho menos a él mismo.
Se había dicho a si mismo que este viernes era el fin, sus ganas de satisfacer su deseo de ver la sangre aun caliente por los bellos pechos de Anita eran más fuertes que su estúpida humanidad. Así que se decidió y encendió su ordenador para hablar con ella. El sabía que ella le esperaba.




Anita: Hola! ¿Como estas?
Andrés: Bien, un poco cansado. Estuve hasta tarde en la oficina.
Anita: Que mal! Yo también he trabajado hasta ahora.
Andrés: Si mal no recuerdo, casi estas de cumpleaños…
Anita: Así es…
Andrés: ¿Cómo te sientes? Yo por lo regular me deprimo.
Anita: Yo al contrario!! Siempre la paso muy feliz! Muchas personas hacen cosas muy lindas y eso ayuda a superar esas crisis de la edad.
Andrés: Ese día no estaré conectado, para que atiendas tus festejos.
Anita: No seas ridículo!
Andrés: Ok, entrare entonces.
Anita: Pienso celebrarlo, invitare a todos mis amigos esa mismo día.
Andrés: Que bien!! Bueno estimo que nos veremos la semana próxima y que estarás de fiestas todo el fin de semana.
Anita: No, no seas tan pesimista, jajajajajja!! Yo voy a cumplir con todos el mismo jueves de mi cumpleaños y perfectamente podemos vernos el viernes.
Andrés: EXCELENTE!!!
Anita: Debiéramos planear algo diferente, que crees?
Andrés: Precisamente, es parte de tu regalo.
Anita: jajajajjaja!! No te puedo creer. ¿Y qué tienes pensado?
Andrés: Velas? Sirope? Jacuzzi?
Anita: No suena mal! Podría ser.
Andrés: En serio? Creí que estaba haciendo la broma del siglo!! Jajajajajajajjaja!!! En realidad no soy bueno en esas cosas.
Anita: que malo eres!! Aquí estoy sonrojada de la vergüenza!!
Andrés: No te avergüences. Estoy seguro que la próxima vez que nos veamos será especial.
Anita: Si tu lo dices…
Anita: ¿Recibiste mi mail?
Andrés: Si, aquí lo tengo, voy a concentrarme para responderte.
Anita: Y… ¿qué te pareció?
Andrés: Muy agradable, te responderé y todo será positivo, ya verás.
Anita: En realidad no esperaba respuesta, pero si quieres contestar… ok…
Andrés: El viernes a la misma hora?
Anita: Si! 9:00 pm.
Andrés: Perfecto, pues ahí estaré, trata de estar lista, no quiero estar mucho tiempo detenido delante de tu casa.
Anita: Pero eres tú que siempre llegas tarde.
Andrés: Bueno, hablamos mañana estoy durmiéndome frente a este aparato.
Anita: Adiós, que descanses.
Andrés ha finalizado sesión….
Danza de tu nicotina
16:16 | Author: Urbano
En el humo de tus cigarrillos se dibujan frases que solo yo puede leer. Hablan de tus sentimientos, de lo que ocultan tus palabras, tus movimientos, tus besos.

Mientras la nicotina pasea por tus pulmones se acerca a tu corazón. Dialogan. Es así que delante tus ojos pequeños y temerosos puedo leer lo que dice ese humo blanco que flota con elegancia en esas cuatro paredes, sin testigos, y silentes.

Por eso, que nace del tiempo que no existe, que no poseemos, el poco que nos quedas, hace que estallemos en aquel lugar de paredes discretas. Ese calor que nos embarga, con su danza grácil, nos mantiene unidos en una tranquilidad que sobrepasa tus temores y te hacen sonreír.
Despertando bajos instintos
14:27 | Author: Urbano
Despertar tus bajos instintos me ha costado la tranquilidad. Pensaba que el de carácter férreo era yo haciendo todo mas difícil y es todo lo contrario. Sentir que eres capaz de hacer daño a un tercero ¿qué garantiza que no le hagas daño al segundo? Siento pavor solo pensar de lo que eres capaz por tu bien propio. La hipocresía es tu escudo y tú arma más letal. Entre un carácter fuerte y la hipocresía existe un gran abismo. El tuyo.

¿A quien le escribo? ¿A ti? No los se, pero si se que estas líneas servirán de desahogo para mi lama, que sangra entristecida por tu forma de pensar. ¿Soy un lobo herido? Tal vez. Pero por más presas que cazé en un frío invierno no seria capaz de devorar un miembro de mi manada, aúllo a la luna por tus instintos. Por los más bajos instintitos de tu corazón. Debo decir que no de tu corazón, sino de tu conciencia, el corazón de un ser humano no es capaz de albergar sentimientos tan oscuros.

Como puedes sentirte valorado si nunca has probado ese regalo de los dioses, que como una bendición hace que otra alma te piense y brille por ti. Como puedes sentir el calor de un cuerpo que se entrega. Los dioses debieran negar el sagrado privilegio de sentí ese calor que emana de lo mas profundo de un ser que se entrega, a los que buscan lo carnal y en esos pocos minutos de tu existencia juegas a amar ese calor que anega tu fuero.

Tres almas brillan por ti, sin contar la mía y tu solo piensas en como elegir una y en tres meses apagar su brillo para hipócritamente mantener el mío alumbrando tus oscuros instintos. Tres almas que asoman sus virtudes al abismo de tu corazón, que busca desesperadamente llenarse con inocentes.

Aquel abismo donde retozan tus instintos en la oscuridad, en las tinieblas más tenebrosas y malignas. En donde las almas sobreviven por tu sonrisa aterciopelada y tos manos de demonio disfrazado de ángel, que acarician los cuerpos para sentir el calor que se te debe ser negado.

¿Quien soy yo para decirte esto? te preguntaras. Soy el que presta atención a cosas inexistente para ti, a los sentimientos profundos, a los detalles, al calor, a la luz, al amor que en tu abismo no existe.
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La tía Isabel
18:44 | Author: Urbano
A mi novia se la ha cogido con que tengo que preformarme una oreja. En la cama, yo sobre ella, tomó mis lóbulos y sonrío. – Estoy impaciente por verte con tu pequeño arete.- Solo le devolví la sonrisa y la bese en los labios, tratando de borrar la imagen de mi tía Isabel.

Mi hermana siempre me dijo que tenía un parecido con algunas tías en especial a la hermana mayo de mi padre, Isabel. Era un integrante de la familia que aun conservaba el sentido del humor, don que perdió mi papa cuando la paranoia se apodero de su tranquilidad y el miedo a la muerte se convirtió en su amigo fiel.

Un buen día a mi hermana menor se le ocurrió que teníamos que vestirnos de fiesta, en unas de esas tardes aburrida donde nuestra nana dormía hasta que el sol se ocultaba. Yo era el varoncito de los tres hijos de mi madre y en realidad no tenía más opción que jugar los juegos de mis hermanas. Entramos sin permiso al closet de mi madre como si entráramos a una tienda de vestidos, nos cambiamos, aumentamos nuestras alturas y nos maquillamos. Estábamos espectaculares, yo hacia reír a mi hermanas con geniales ocurrencia con mis atuendos.

Mi hermana paro el juego para decirme que nos faltaba algo. Fue al tocador de mi madre y trajo dos pares de pendientes a presión, se puso un para y se acerco a mi para colocarme los míos, sentí un pequeño dolor, pero paso de inmediato.

De espalada al espejo con mi hermana de frente, la vi quedarse inmóvil como si hubiera visto un fantasma. Las cosas habían cambiado de color, ella después de salir de su pasmo estallo en risas o mejor dicho en carcajadas. Gire sobre mis talones hacia el espejo y estaba, era ella, era la tía Isabel.
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