Historias Urbanas

La oficina funcionaba como siempre en horas de la tarde, yo enviaba e-mail´s a New York, Wendy facturaba, Johanna diseñaba, y todo era normal. Y de pronto! un fallo en el Internet, los mail´s no se ejecutaban, las paginas se frisaban y todo empezaron a ponerse nerviosos. La incertidumbre crecía con cada segundo, había problemas en los sistemas, Víctor “el grande”, el encargado de informática se le ve corriendo de un lado a otro, sin dar una respuesta al problema. Los teléfonos mueren como atacados por infartos fulminantes, las luces empiezan a bajar su intensidad, luego suben, vuelven a bajar. Todos miramos fijamente las bombillas esperamos en silencio lo inevitable, la oscuridad.

Ofelia la encargada de recursos humanos corre en penumbras, alumbrando su camino con el destello pobre de la luz de la pantalla de su celular, a un lugar donde todos en la oficina pudieran oírla, grita con una voz firme pero de emergencia: Todos al comedor!! Esto no es un simulacro!!. Ofelia repite varias veces la frase y toda la oficina estalla en pánico. Corremos despavoridos hasta el final del pasillo, a esperar respuesta de lo que pasaba.


Volviendo a la realidad... se fue la luz en la oficina y fuimos al comedor y terminamos jugando el juego de la vaca, (el que dice: El juego de la vaca ya empezó, ia ia ooo!!) y no tuvimos luz el resto de la tarde.